Ya habíamos convenido que la “historia” no era sólo la de las grandes batallas o la de los episodios áulicos: había que investigar los mecanismos digamos “sociales”, las fuerzas de producción, el sistema de producción, las dificultades del consumo, las categorías del consumo. Ya lo dijo alguien: el hombre es hombre porque produce y consume. El problema, desde el punto de vista erudito, era el despejar todo esto a lo largo de los siglos y según las características “locales”.
Joan Fuster, I Asamblea de Historia de la Ribera
A finales de los setenta la historiografía valenciana se centraba en investigar la macrohistoria, especialmente los grandes hechos que conformaban la evolución de nuestro territorio, desde las investigaciones arqueológicas y la prehistoria hasta la sociedad actual, en cuyas artes se veían los principales autores y escasamente se estudiaban los hechos locales de nuestro territorio. Unos jóvenes historiadores, como Antoni Furió, Josep Antoni Domingo y Borràs o Francesc Torres Faus, entre otros, con el indiscutible impulso de Joan Fuster, iniciaron las primeras asambleas con un objetivo claro de hacer valer la historia local, sin prejuicio alguno fuera una historia menor, por el contrario, como medida para entender mejor nuestro pasado y resolver las carencias que contenía la historia tradicional. Las primeras asambleas permitieron difundir la investigación en diferentes lugares centrados en los pueblos de la Ribera del Júcar y estudiar los señoríos, la hermanía, las epidemias, la fiscalidad, la conflictividad social, la demografía, la producción agraria, etc., de muchas poblaciones de la Ribera. A partir de la asamblea de 1993, celebrada en Alzira, se establece un tema monográfico como base central de cada asamblea con el fin de impulsar el conocimiento en un aspecto concreto, y se mantuvo la sección miscelánea para difundir todo tipo de estudios realizados por los investigadores.
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